Un Lugar, Un Barrio, Diadema Argentina

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Plaza frente a la actual administracion de la Empresa C.A.P.S.A SA en Diadema

Museo de Astra- Foto  jorgeg

correo: jorgeg@interpatagonia.com

 

 

Extraído de: www.elpatagonico.net

 

 

 

El 14 de enero de 1918 resultó exitosa la primera producción experimental de ladrillos blancos en el naciente pueblo de Astra. Asentada en el valle central del territorio dominado por la compañía controlada por capitales alemanes, 20 kilómetros al norte del Cerro Chenque, la fábrica de ladrillos produjo ese mismo año hasta 59.000 unidades al mes, insumiendo la cal producida allí mismo, mediante la molienda de ostras marinas extraídas de la cima del cerro Papagoikop, hoy conocido como La Caracola. Con esos ladrillos se modelaron dos de los pueblos más pintorescos del sur argentino, al propio Astra y también Diadema, nacidos como campamentos petroleros y hoy devenidos barrios de Comodoro Rivadavia.

 

 

En Diadema Argentina, Personal enviado por Shell en los años 1915/16 y después de un compás de espera debido a los vaivenes políticos y huelgas en la zona,  recién en el año 1921 obtiene el permiso para la exploración y explotación de petróleo.  
En 1929 ya tenía bajo su posesión 9.406 hectáreas en torno al Kilómetro 27 del ferrocarril que unía Comodoro Rivadavia con Colonia Sarmiento, superficie que con fines operativos dividió en 12 distritos identificados con letras.
Para entonces, ese incipiente pueblo que desde sus inicios había sido hermoseado con álamos y cercos de tamariscos todavía era un pequeño campamento con la mayoría de sus edificaciones construidas en chapa, muy distinto al pintoresco barrio poblado por esas edificaciones de ladrillo calcáreo que aún hoy conservan su elegancia y demuestra un perfecto estado de conservación.
Un alambrado y una tranquera que cruzaba la antigua traza de la ruta 26 -»el camino real»-, dividían los dominios de la Shell de la inmensidad patagónica, y nadie que no perteneciera a la compañía tenía permitido el ingreso.
A medida que fructificaba la actividad de la compañía, el campamento nacido en torno a un sencillo taller de chapa se fue transformando en un pueblo organizado, con zonas de instalaciones industriales, administrativas y de viviendas y recreación estratégicamente distribuidas, tal como queda ilustrado en el libro de Alberto Dropulich, «Diadema en Blanco y Negro».
Recostado sobre el faldeo de la loma donde se destaca la «roca de los nombres» la compañía construyó el barrio para obreros casados que se denominaría «barrio zanjón» o «de la loma», donde hoy sólo se conservan las viviendas de ladrillo construidas a partir de 1945.
El 17 de junio de 1945 se inauguró el templo edificado en honor a la patrona de los mineros, Santa Bárbara, y a su alrededor se construyó el «barrio iglesia», para obreros casados.
A los obreros solteros en el inició la compañía los había alojado en «galpones» que tenían 10 o 20 habitaciones, de 4 por 4 cada una, donde vivían dos o tres personas. Más tarde construiría pabellones de 20 habitaciones, con baños internos, pisos de madera, estufas de gas y ventanas al exterior.
Y finalmente, para aquellos de «más antigüedad, categoría y comportamiento», como resalta Manuel Fortes Castro en su libro «Diadema Argentina, Nace un pueblo», la empresa construyó «chalets de 8 habitaciones, con cerco exterior y terreno, donde sus moradores tenían un pequeño huerto y jardín, además de lugar para hacer el asado».
Desde 1924 Diadema contó con su propia sala de primeros auxilios, pero en 1934 edificó el hospital de ladrillos cuyos servicios, considerados «de excelencia», le dieron gran prestigio al campamento.
El hospital y también la confitería, la pileta climatizada, el club de empleados y el cine se encuentran dentro de los límites del «barrio central», construido por la compañía para alojar empleados, casados o solteros, y al personal jerárquico. También allí se concentraban los comercios del pueblo.
De aproximadamente 1935 datan las primeras casas construidas en este barrio con los ladrillos calcáreos que Astra había comenzado a producir en 1918. En 1945 comenzarían a levantarse otras con revoque exterior y amplios ventanales. Hacia 1957 el barrio contaba con 85 casas.
A partir del reclamo que efectuaron trabajadores con chicos en edad escolar en octubre de 1931, la compañía inició la construcción del edificio que se concluiría un año más tarde, albergando a la Escuela 42. Se inauguró el 20 de marzo de 1933 y el 20 de mayo siguiente comenzó a funcionar con 33 alumnos, 11 en primero inferior, 18 en primero superior y 4 en segundo.
En un cuaderno que tituló «Reseña histórica de la Escuela 42 de Chubut», el director Pablo Ferrari refiere lo dificultosa que fue la tarea en un comienzo, cuando debía impartirse educación a chicos que en su mayoría apenas entendían el castellano.
En su libro, Fortes Castro anexó una «Lista del personal obrero» fechada por la compañía el 15 de diciembre de 1927. En el documento consta que sobre un total de 443 operarios, sólo 23 eran argentinos. El resto eran portugueses, españoles, alemanes, yugoeslavos, checoslovacos, polacos, búlgaros, austriacos, rusos, rumanos, italianos, 16 chilenos, 8 holandeses, 6 ingleses (3 de Chipre), 3 lituanos, 2 griegos, un norteamericano, un sudafricano, un griego y un letón.
El mismo documento revela que 388 de los obreros eran solteros y que muchos de los 55 obreros casados tenían hijos cuyas nacionalidades eran de lo más variadas: había 32 niños argentinos -8 hijos de un yugoslavo y 5 de un español-, 12 alemanes, 10 portugueses, 8 españoles, 7 polacos, 6 rumanos, 5 italianos, 5 búlgaros, 5 austriacos, 5 checoslovacos, 2 chilenos y 1 lituano.

 

 

 

 

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